Sobre Las Visitas

No sé porque siempre me acompaña la idea de que visitar a alguien es molestarla, interrumpirla, o hacerla gastar un dinero imprevisto; En cambio recibir una visita y, principalmente de gente querida, me produce una inmensa alegría y satisfacción. Los tiempos cambiaron mucho, hay gente que no visita mas porque no puede dejar su casa sola, otros no invitan porque ya no hay presupuesto para esto. Una amiga me dijo que no soporta cuando la visitan de sorpresa, sin avisar. Otra me dijo que avisar que visitará es poco elegante pues te obliga a preparar algo… Reconozco que hay visitas que exigen mucho de mí y me dejan exhausta y que luego de irse quedo con la sensación de que muy poco la disfruté ya que tuve que trabajar demasiado. Pero, mi escrito es para recordar y resaltar una visita súper placentera desde su primer momento. Gilberto y Catalina, el paraguayo y ella francesa, amigos de décadas, a quienes siempre invitamos y, cuando menos esperábamos, nos avisan vía correo electrónico que planeaban visitarnos, esto fue estando en Costa Rica. Ellos viven en México. En el aeropuerto ya tuvimos la primera linda sorpresa, ambos venían sonrientes y llenos vigor. El abrazo apretado y sincero. En el camino a casa, no paraban de celebrar el hecho del encuentro ampliamente deseado por todos. Mis simples desayunos, café con leche, pan, manteca, queso y dulce de guayaba, eran verdaderamente saboreados por ambos, que no dejaban de elogiar, sin contar las cuantas historias inspiradas por el dulce, de la infancia de Gilberto de su añorada Paraguari… las travesuras, las aventuras por el cerro, pura alegría y emoción, por momentos hablaban en guaraní con mi esposo, lo que nos fascinaba a Catalina y a mi. Hicimos un programa bien modesto, era Semana Santa, un museo, un paseo por el centro de la ciudad, un viaje a Limón, un shopping center, caminamos por la plaza del barrio, también quedamos en casa, lo que aprovecharon para leer. Pudimos hacer una pequeña reunión para presentar algunos amigos costarricenses. Todo fue vivido con mucha alegría, optimismo, buena onda, simpatía, elogios y placer inmenso de la queridísima pareja y nuestro también. Dos veces comimos afuera, una porque los invitamos para que conozcan la comida costarricense y la otra cuando ellos nos invitaron para disfrutar más sin que nadie esté trabajando mucho. No hubo desperdicio en nuestros diálogos y charlas. Fue una semana de buenas reflexiones filosóficas y políticas también, sobre el nuevo orden mundial, sobre la globalización, interesantes y constantes aprendizajes e intercambio de ideas; Muchas risas y alegrías, felicidad de verdad. La semana pasó volando, lamentamos la partida, pero nos consuela las redes sociales que nos aproxima nuevamente. Y este recuerdo, de una visita súper agradable, ahora renovando la invitación pero aquí, a nuestra nueva casa en Lambaré. Ojalá!! Marzha Navarro