Friday, January 13, 2012

BIENESTAR SOCIAL

BIENESTAR SOCIAL


Cuando llegué a El Salvador, ya tenía designada la señora que trabajaría conmigo, como empleada domestica.
Con mucha timidez, euforia y hasta cierto miedo, ella se atrevió y me pidió los cartones y plásticos que traían la mudanza que acababa de llegar de México. Al día siguiente ella vino a mi casa llena de felicidad con una camioneta que había alquilado para llevarlos.
Luego de algunos días le pregunté para qué serían los cartones y plásticos y ella dijo que con aquello reconstruyo su casa. Caramba! Fue una total sorpresa para mí.

Cuando llegué a Costa Rica, en el primer día, la señora que ya estaba designada para trabajar conmigo, (siempre con su celular en el bolsillo y sus sofisticados audífonos con micrófono, haciéndome dudar si hablaba conmigo o con otra persona), se acerca y me pregunta con mucha firmeza, casi soberbia, si le podría hacer un favor. Como no!? Le dije, entonces saco de su bolsillo un “pen drive” y me pidió para imprimir urgente una nota, pues en su casa, acababa de descomponer su impresora y su marido, quien es albañil, tenía que llevar un presupuesto a una empresa… me sorprendí muchísimo!!


Cuando llegué a Alemania descubrí que no existían empleadas domesticas…
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No es mi estilo, tradición familiar, ni costumbre, tener empleadas domesticas, me gusta trabajar, pero aclaro que para no perjudicarlas, siempre mantuve las señoras que ya estaban designadas para trabajar para mi, transformándolas en diaristas dos veces por semana y con el mismo sueldo, o sea, salario mínimo, y todos los derechos, garantías y el firme propósito de dejarlas mucho mejor que cuando las conocí.
Aprovecho la ocasión para contar que, en vez de participar de los bailes benefícienles de lujo que recaudaban mucho dinero para luego comprar galletitas y fideos de los más baratos para dar a los pobres como donaciones, y siempre delante a cámaras de televisión y cámaras fotográficas – optamos, mi esposo y yo, por dejar las señoras que trabajaban en nuestras casas con sus vidas mejoradas, silenciosamente. La señora de El Salvador se quedo con su vivienda – digna – construida con cemento, techo, puertas y ventanas, y mas, una máquina de coser y otra para hacer tortillas, se quedo como una verdadera micro empresaria para no necesitar más ser esclavizada por nadie.

La Señora de Costa Rica con puro apoyo informativo, moral y algunos préstamos, hoy tiene sus dos hijos de vuelta a los estudios y está muy contenta. Los jóvenes hijos son las primeras víctimas del achicamiento del Estado y esto era su dolor, la deserción escolar.
Mi conclusión es que las limosnas son indignas, soy a favor de pagar impuestos y que el Estado se ocupe del Bienestar de todos los que necesitan, como es en Alemania, aparte y mientras tanto, creo también que la mejor sensación es la satisfacción de ayudar a gente trabajadora de la forma que podamos, cada uno de nosotros, para que todos los que realmente estén necesitados y que estén a nuestro alcance, ya sea parientes, vecinos, conocidos o empleados, puedan progresar.
Marzha Navarro

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